viernes, 4 de marzo de 2011

Divagaciones de una noche cualquiera

Cambiar uno mismo no es precisamente fácil y no suele suceder de la noche a la mañana. Esto se debe a que desarrollar las habilidades de “Liderazgo” o de “Realización personal” van unidas a pautas de conducta relacionadas con la autoestima, la autoimagen, su capacidad de comunicación y relación e incluso una visión del mundo o de su estilo de vida. Estas pautas están muy enraizadas; muchas veces nos hemos comportado del mismo modo tanto tiempo que ya no sabemos lo que hacemos o de por qué lo hacemos. Pero cuando entendemos los procesos de cómo se desarrolla el Cambio, entonces iniciamos un descubrimiento sobre uno mismo desde nuestros propios “patrones” de pensamiento, nuestras creencias y valores; nuestras esperanzas y sueños; los retos que nos plantea nuestra situación actual, etc. Nos enfrentamos a nuestro peor enemigo: uno mismo. Con nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades. Esto exige una reflexión profunda y honesta, y en muchas ocasiones requiere orientación, guía, tutoría, al igual que durante nuestra niñez teníamos a la figura de nuestros padres quienes nos tutelaban en nuestro proceso de aprendizaje y cambio.

En la mayoría de las personas, esta figura si existe, lo hace de una manera vaga a través de amistades o familiares quienes no se pueden avanzar ni implicar lo suficiente como para ser agentes de cambio. En muchas ocasiones somos nosotros mismos los que no aceptamos “Ayuda” ya que pone de manifiesto nuestra debilidades, o nos bloquean nuestras resistencias internas al no entender cuales son nuestra “incompetencias inconscientes”.

Lo cierto es que nuestro futuro no lo podemos adivinar… pero sí lo podemos inventar.

Nada ocurre por casualidad. De hecho yo soy de los que piensa que todo ocurre de acuerdo a un orden perfecto. Todo sucede para nuestro beneficio, y nos llega en el momento, en el lugar y el orden adecuados.

El cambio real y sostenido, se produce cuando realmente “necesitamos” cambiar y siempre existe uno o varios factores que nos motivan al cambio. Una situación personal afectiva, económica, o de cualquier área en nuestra vida actual, un proyecto un sueño que realmente necesitamos alcanzar, un hijo al que dar ejemplo, etc.

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