miércoles, 22 de abril de 2009

LA MOTIVACIÓN COMO PRINCIPIO DEL CAMBIO PERSONAL

Hablar de Motivación no es otra cosa que hablar de los fundamentos del cambio personal, de los “motivos” que todas las personas tenemos para “actuar”. Estos se pueden llevar a cualquiera de las áreas de nuestra vida, física, mental, emocional, social, económica y familiar. No obstante, centraremos nuestro análisis en el área económica al objeto de que nos pueda ayudar a cambiar alguno de Los patrones de pensamiento que diariamente nos impiden obtener los resultados que esperamos.
Siguiendo una fórmula matemática, podemos decir que en el nivel de motivación intervienen dos factores principales:

MOTIVACIÓN = NECESIDAD X AUTOIMAGEN

Un ejemplo puede ayudarnos a la mejor comprensión de la fórmula.
Es posible que nuestra motivación económica sea el obtener ingresos superiores a 10.000€/mes. Si analizamos matemáticamente nuestro nivel de motivación, este podría resultar de multiplicar nuestro grado de Necesidad real que tenemos de conseguir esos ingresos (imaginemos 7 en una escala del 0 al 10), por el grado de Auto-imagen que consideramos que tenemos (imaginemos 8). El resultado es que nuestra motivación real es del 56%.

1.- La necesidad:
Es muy posible que no obtener los ingresos mencionados se plantee como un problema para nosotros. Sin duda puede serlo, pero ¿quién no tiene problemas y además de dinero? Todo el mundo, porque problemas tiene todo el mundo; los únicos que no tienen problemas están encerrados en una caja de madera de 200cm. X 90 cm.
Lo que nos mueve a la acción no son los problemas, son las “necesidades”. Puede ser para nosotros un problema este mes el cambiarle los neumáticos al coche porque no tenemos dinero, pero sólo cuando estos están ya en los alambres y es imprescindible por nuestra seguridad el cambiarlos, lo hacemos. Lo que nos ha movido a la acción no fue el problema, sino la necesidad urgente .Nuestro grado de necesidad viene dado en función de hasta qué punto, lo que deseamos, nos resulta imprescindible. Hasta qué punto no podemos dejar de obtener eso que necesitamos. Los problemas sólo nos mueven en la medida en que los transformamos en necesidades.

Son millones las personas que tienen “sueños” que algún día esperan alcanzar, sin embargo, pocos son los que consiguen realizarlos. La gran mayoría no consiguen más que hacer que sus “fantasías” la ayuden a vivir sus vidas con un poco más de esperanza. La fórmula más sencilla, para evitar frustraciones es, en la mayoría de las ocasiones, reducir los “sueños” al tamaño de los ingresos. Sólo cuando nuestros “sueños” son “ardientes” en el sentido de sentir una necesidad imperiosa de tenerlos, realmente la vida nos abre el camino para su realización. Hemos de vivir nuestros “sueños” como algo que hoy ya es nuestro sin los cuales nuestra existencia no tiene sentido, porque somos uno con ellos. Esta es la llave que nos permite hacer que nuestros ingresos se eleven al tamaño de nuestros “sueños”.
Por otra parte, nuestro grado de necesidad está muy ligado a nuestros “valores”. Sin duda pueda ser cierto que necesitemos 10.000€ de ingresos mensual, pero quizás en nuestra escala de valores, la comodidad, la tranquilidad, o el tiempo a nuestra familia, sean más importantes que el dinero. Esto hace que nuestras acciones den prioridad a aquello que valoramos más. El dinero llega a pre-ocuparnos a lo sumo, más que a ocuparnos de él.
En estrecha relación con los “valores”, encontramos nuestras “creencias”, quienes influyen de forma directa en el proceso de consecución de nuestras necesidades. Nuestras creencias personales forman la piedra angular sobre la que se cimientan nuestros valores y, en definitiva, nuestras “acciones” y nuestros “hábitos”.
Hablar de creencias es hablar de todo aquello en lo que, para cada uno de nosotros, no cabe lugar a dudas sobre su certeza, todo aquello que damos por supuesto. Es por ello que precisamos de analizar profundamente cuáles son nuestras “creencias” acerca de todo aquello que realmente “necesitamos”. ¿Qué es lo que realmente creemos sobre nuestra necesidad de aumentar nuestros ingresos a 10.000 € al mes? Nuestras creencias con respecto al dinero en muchas de las ocasiones reflejan este talante:
Tener dinero es ser materialista.
El dinero cuesta mucho ganarlo.
El dinero es malo, corrompe al que lo tiene.
Cuanto más dinero tienes más gastas.
Yo sólo quiero el dinero necesario para vivir.
Sentimos envidia de aquel que tiene dinero.
El dinero te hace su esclavo.
El dinero no da la felicidad.


“Creamos” todo aquello en lo que “creemos”.

Mantener este tipo de creencias nos impide “crear” prosperidad en nuestras vidas. Si crees que tener dinero te hace materialista, procurarás evitarlo; si crees que ganar dinero es duro y difícil, no lo tendrás para evitar esfuerzo, sacrificio y dolor; si crees que el dinero corrompe, no lo tendrás para no ser un corrupto; si crees que no puedes llevar dinero encima porque lo gastas, ¿cómo podrás jamás tener dinero sino confías en ti mismo cuando lo tienes?; si sientes envidia del que tiene dinero, nunca lo tendrás. Para prosperar tienes que sentirte a gusto con la prosperidad de los demás; si crees que el dinero te hace su esclavo, sentirás demasiado apego por él, te resultará difícil hacerlo y difícil conservarlo; si crees que el dinero no da la felicidad, no lo tendrás para no sentirte infeliz.
A través de nuestras creencias tendemos a reflejar en la realidad aquello que nos afirma a nosotros. Muchas de estas creencias forman parte de nosotros desde niños. Nuestros padres y la sociedad en la que vivimos se han encargado de programarnos de acuerdo a estos patrones de pensamiento. ¿Pero quién nos ha dicho que estas creencias son ciertas? Nadie. Simplemente las suponemos como ciertas y nuestro estilo de vida no hace otra cosa que confirmarlas.

Lo cierto es que el dinero no hace otra cosa que reflejar lo que somos. Si somos generosos, el dinero nos hace más generoso; si somos avariciosos, más dinero, nos hace ser más avaros. El dinero no hace otra cosa que medir el servicio que damos a los demás. Si perseguimos el dinero nunca lo tendremos. Este llega siempre por la puerta trasera. Debemos enfocarnos no en los resultados, sino en el proceso mismo.
Un vendedor puede que realice todas las llamadas necesarias y no venda nada. No por ello debe pensar que fue un mal día. Nada de eso. Debe hacer las llamadas porque lo desea. Debe deleitarse en su capacidad de ensayar, de refinar su habilidad y alegrarse por su capacidad de perseverar. Los resultados serán una ganancia adicional si logra asumir la siguiente actitud: “disfrutaré lo que hago por el hecho de hacerlo”. Afanarnos en exceso por lo que hacemos nos aparta del presente. Trabajar porque nos gusta trabajar, eso es lo correcto. Los resultados siempre llegarán. Es una Ley.
Afortunadamente nuestras creencias se pueden “cambiar”. La raíz de toda creencia se halla en nuestro pensamiento, y cambiando estos, nuestras creencias varían.
Seguramente podamos estar pensando que el dinero no lo es todo en la vida; esto nos lleva a considerar nuestras creencias con respecto a nuestros valores. Es preciso recordar que se puede tener dinero y prosperidad y disfrutar de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestro ocio. Es posible tener dinero y prosperidad y ser honesto, generoso y buena persona.
Tenemos que recordar que el dinero no hace otra cosa que demostrar lo que somos; que el secreto para ser feliz no es hacer lo que nos gusta, sino que te guste lo que hacemos. Para ser prósperos necesitamos dar lo mejor de nosotros mismos; ser el mejor que podamos ser en cada momento, y para ello necesitamos el dinero. Este viene dado precisamente como el resultado de entrega hacia lo que cada uno de nosotros es. El éxito se presenta como un proceso, como un camino, y no como un destino al que tenemos que llegar.
Resulta evidente desde esta perspectiva la relación que se establece entre las “necesidades” y la propia valoración que tenemos de nosotros mismos. Nuestra “Autoestima” y “sentido de Identidad” se presenta como el segundo de los factores que inciden directamente en nuestro nivel de motivación.

martes, 31 de marzo de 2009

Cultura de Propósito I


Existe una Realidad que trasciende al Éxito y al camino de los resultados. Es aquella en la que tus pensamientos, sentimientos, creencias y conductas se armonizan con el descubrimiento del sentido de “tu” Vida, de “tu” Propósito. El niño interior que todos llevamos dentro encuentra respuesta al por qué y el para qué ha sido concebido. El niño que busca el “aliento vital” en su nacimiento, deja su estado de ser "uno" con el vientre de la madre que la engendra, para existir en el mundo. Hasta ese momento su esencia es el Amor, la Armonía y Equilibrio. Es el “Principio” de la vida. Un acto de Amor en la que la vida abre paso a la vida a costa de la propia vida. Su presencia en el mundo le descubre el sufrimiento y dolor físico y lo pone en un nuevo estado en el que, la supervivencia, la competencia, le exige “aprender” para superar con éxito los retos que la vida exige. Ese niño, lo llevamos dentro cada uno de nosotros preguntándose de modo inconsciente el por qué y para qué de vivir. Olvidó su estado primigenio en el que no necesitaba nada, porque el Amor era lo único conocido. La Plenitud era su estado natural.
Sólo cuando hacemos ese viaje de retorno de modo consciente, aceptándonos y comprendiendo que como ser humano no necesitamos demostrarnos nada porque lo somos todo (Dignidad), es cuando la vida recuerda su sentido de existir: Amar. Ese estado de Plenitud en el que no se necesita nada. Ese estado en el que no precisamos nuestro Ego para sobrevivir, porque lo reconocemos como el fruto de la separación del seno materno, momento en el que creamos una nueva Identidad. Vernos diferentes nos hace creernos "especiales".
Es en este momento cuando iniciamos un camino hacia el “desap-ego” (Desaparición del Ego) de todo aquello que hemos venido adquiriendo en el proceso de conformar nuestra personalidad. El Ego, hasta ese momento, ha tenido vida propia, alimentándose de todo aquello que le ha conferido su sentido; a saber, todo aprendizaje y experiencia de vida que le diferencia de otro ser humano.
En este proceso de desap-ego y en la medida que nos acercamos al estado de Amor, Armonía y Plenitud del momento de nuestra concepción, nuestra vida se inunda de estos PRINCIPIOS (en el sentido de que estaban en el inicio). Vivimos con la "sensibilidad" y "ternura" que inspira un recién nacido. Su "inocencia" (estado de no conciencia) inspira nuestras acciones y se asienta en una actitud de "bondad" hacia los demás, al reconocer que Tu y Yo no somos diferentes. Vemos el mundo desde la "belleza" de las cosas y empezamos a descubrir el Corazón (primera experiencia de la concepción de la vida) de las personas. La "com- pasión" con la que descubre el recién nacido el mundo, nos hace vivir cada momento como único, haciéndonos com- prender (en el sentido de volver a aprender) con "claridad" la Realidad. La "alegría" aparece en nuestra vida como expresión del des- cubrimiento (en el sentido de quitarnos las experiencias con las que el Ego nos ha ido cubriendo) que estamos realizando. La "pureza" (algo que no está contaminado) que irradia al recién nacido, nos confiere los Principios sobre los que asentamos Valores de Orden Superior: Amor, Paz, Armonía. Estos Principios inundan nuestros Pensamientos desarrollando una Ética de Pensamiento sobre la que construimos nuestras Creencias (en el sentido de dar Fe).